Dentro de la comunidad científica existe un gran consenso sobre VIH/sida. Y aunque todavía existen varios aspectos de la enfermedad que se desconocen, se considera que la información que establece la relación causal entre el VIH y el sida es contundente.
Las teorías disidentes son calificadas de pseudocientíficas por la mayoría de la comunidad científica[25] [26] al negar la existencia de lo que se considera gran cantidad de evidencia empírica que refuta sus hipótesis. Consideran además que las hipótesis no cumplen requisitos científicos básicos: no cumplen la estrategia científica de la navaja de Occam, no aportan evidencia empírica que demuestre anomalías en las teorías consolidadas, eligen la evidencia de manera selectiva para validar las hipótesis y se basan en conocimientos obsoletos sobre virología.
Gran parte de la comunidad científica cree que la posición de aquellos que niegan la existencia del VIH o su relación con la enfermedad va en desmedro de la adopción de medidas preventivas y terapéuticas adecuadas, un ejemplo de ello fue la crisis humanitaria que sufrió Sudáfrica, tras el apoyo de estas teorías. En respuesta a las hipótesis de los disidentes del sida, en julio del 2000, más de 5000 científicos firmaron una declaración, conocida como la declaración de Durban, que tuvo como objetivo difundir en lenguaje comprensible los datos considerados como más probados sobre la enfermedad
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